II BLOQUE
ENCUENTRO Y SEGUIMIENTO
DE CRISTO,
De los cinco pasos
del proceso de formación del discípulo misionero.
Indicados en
Aparecida nº 278, trataremos tres de ellos en este Bloque II:
Encuentro con Jesucristo
Por
medio del Kerigma
La Conversión
Como respuesta
inicial
La Misión es
inseparable
del discipulado.
No es
una etapa posterior
a la
formación.
Estos temas son el
corazón del proceso del itinerario de vida espiritual del discípulo
misonero de Cristo.
No hemos de dar nada por presupuesto y
descontado.
Todos los bautizados estamos llamados
a “recomenzar desde Cristo” APARECIDA
549
Tener un encuentro
con Jesucristo, de ojos abiertos y corazón palpitante, nos permite convertirnos
en sus discípulos, recibir el Espíritu Santo que nos impulsa a su seguimiento y
nos transforma internamente hasta llegar a la santidad. San Juan de la Cruz lo expresa al decir:
1. ¡Oh llama de
amor viva
que tiernamente hieres
de mi alma en el
más profundo centro,
pues ya no eres
esquiva,
acaba ya, si
quieres;
rompe la tela
deste dulce encuentro!
2. ¡Oh cauterio
suave!
¡Oh regalada
llaga!
¡Oh mano blanda!
¡Oh toque delicado
que a vida eterna
sabe
y toda deuda
paga;
matando, muerte
en vida la has trocado!
|
3.¡Oh lámparas de
fuego
en cuyos
resplandores
las profundas
cavernas del sentido
que estaba oscuro
y ciego,
con extraños
primores
calor y luz dan
junto a su querido!
4.¡Cuán manso y
amoroso
recuerdas en mi
seno
donde
secretamente solo moras
y en tu aspirar
sabroso
de bien y gloria
lleno
cuán
delicadamente me enamoras!
|
4.
Encuentro con Jesucristo.
La experiencia del Kerigma
Seguimiento de Cristo.
6. El Espíritu Santo, Señor y dador vida.
La vida en el Espíritu.
7. La
oración: intimidad del discípulo con
el Maestro
La respiración del alma.
8.
Escuchar al Maestro: la Biblia.
Saber del Maestro: la catequesis
|
.
4. Encuentro
con Jesucristo
La experiencia
del Kerigma
LA
EXPERIENCIA
DEL KERIGMA
|
4. ENCUENTRO
CON JESUCRISTO
De pronto vio a Jesús que pasaba por allí, y dijo: este
es el Cordero de Dios. Los dos
discípulos le oyeron decir esto, y siguieron a Jesús. Jesús dio media vuelta y, viendo que lo
seguían, les preguntó: ¿Qué buscan? Ellos contestaron: Maestro, ¿dónde vives?
Él les respondió: vengan y lo verán.
Se fueron con él, vieron dónde vivía y pasaron aquel día con él. Eran como las cuatro de la tarde. Jn 1, 36-39.
|
0. INTRODUCCIÓN
La primera vez que
escuché que yo me podía tener un encuentro personal, en pleno siglo XX, con
Jesucristo vivo, me sonreí burlonamente. Digo en pleno siglo XX, porque me sucedió el siglo pasado. Y tal vez usted que lee este
libro en pleno siglo XXI se sonría doblemente. Sin embargo es cierto, es
posible, y necesario encontrarse hoy, con el mismo Jesucristo resucitado de
hace dos mil años.
El inicio y fundamento del
itinerario cristiano es un ENCUENTRO PERSONAL CON CRISTO que nos cautiva y seduce en lo profundo de nosotros
mismos, un encuentro, como afirma S.S. Juan Pablo II, “DE OJOS ABIERTOS Y
CORAZÓN PALPITANTE” tal como les sucedió a Juan y Andrés cuando
El Bautista:
|
1. les mostró a
Jesús,
2. lo siguieron,
3. le preguntaron dónde vivía,
|
4. fueron con él,
vieron dónde vivía,
5. pasaron aquel día con él,
6. eran como las
cuatro de la tarde.
|
Esta
escena nos narra un progresivo descubrimiento que hacen Juan y Andrés de la
persona de Jesús; fue tan hondo y personal que la hora de este hecho imborrable
quedó en su memoria: “eran como las cuatro de la tarde”.
1.
ENCONTRARME, HOY, CON JESÚS DE NAZARET.
Los
relatos del Nuevo Testamento están llenos de escenas que nos narran los
encuentros de Jesús con personas concretas: el encuentro con María Magdalena,
con Zaqueo, con Leví el publicano y, aún después de su muerte y
resurrección, el encuentro con Saulo, el
perseguidor de los cristianos. En estos
encuentros Jesús ofrece gratuitamente su vida abundante y su salvación.
El encuentro personal de amor con Jesús es
capaz de tocar al hombre en lo profundo de su misterio y de despertar toda la
bondad que habita y duerme en él, todas
sus potencias y capacidades con las que fue creado, para convertirse en
seguidor, es decir en discípulo, y testigo del crucificado y resucitado.
Lo
maravilloso es que estos encuentros con el Señor Jesús se siguen produciendo en
nuestros días, y si tú no te has encontrado con él suplícale humildemente que
te conceda la gracia de hacerlo.
2.
¿CÓMO ENCONTRAR HOY A JESÚS EL MESÍAS?
La
iniciación cristiana incluye el KERYGMA, es la manera práctica de poner en
contacto con Jesucristo e iniciar el discipulado. APARECIDA
288
Estos
encuentros con Jesús producen una relación y vinculación personal con él que se llama la FE; hoy día
el camino normal para que la fe se suscite en nosotros es la predicación del
“Primer Anuncio” también llamado “Kerygma” o “Primera Evangelización”. Tal como nos lo dice la carta a los Romanos
10, 17 “En definitiva, la fe
surge de la proclamación, y la proclamación se verifica mediante la palabra
de Cristo”. Estamos, pues, invitados a asistir a la
predicación del Primer Anuncio o KERYGMA para suscitar nuestra fe en Cristo.
No
se comienza a ser cristiano por una decisión ética, o una gran idea, sino por
el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo
horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva. APARECIDA
243
Esto que escriben nuestros obispos es una
realidad y por eso quiero transcribir unas páginas del testimonio de un amigo
mío, Octaviano Alva García, quien me ayudó a encontrarme con Jesucristo, pues
él, después de mucho años de alcoholismo y a punto de suicidarse, ya se había
encontrado con él y había tenido la experiencia del Kerigma; es más era
evangelizador en el templo de la santa Cruz de la ciudad de Querétaro,
que fue el lugar donde él nació a la
vida nueva de Jesucristo.
Del
libro: Por sus llagas hemos sido sanados
Después de 18 años de profunda adicción al alcohol,
aquella mañana fue un despertar lleno de angustia y desesperación. Mi estado
de ánimo lo cubría una sensación de derrota, de derrumbe total…
frecuentemente aparecía en mi boca el sabor a sangre que era anticipo de un
vómito de sangre. Sentía una profunda desilusión de mí mismo al saber que ya
estaba cerca el momento final y que a mis hijos les iba a heredar el título:
“hijos de un alcohólico”.
Ya en mi negocio de carnicería, en el mercado
Escobedo, de momento sentí tener la solución a mi sufrimiento: ¡voy a
matarme! Pero al instante pensé en mis
hijos ¡Qué dolor tan grande voy a provocarles!
Quise pensar en Dios y no tuve fuerzas para
concentrarme. De pronto me dije: ya sé me daré una puñalada en el hígado al
estar deshuesando una pierna; me desgarraré los intestinos y no habrá poder
humano que me salve. Así dirán que fue un accidente de trabajo. Sentí que mi
imagen estaba salvada.
Empecé lentamente a deshuesar la carne. Un sudor muy
espeso mojaba mi espalda y mi boca se resecaba, sentía mucha angustia y
desolación. Ya decidido a quitarme la vida, con ojos humedecidos por las
lágrimas estaba pronunciado un ¡Perdóname Dios mío! Cuando repentinamente
escuché la voz de una mujer de un grupo de oración.
Yo sé de un lugar donde se acabarán sus problemas.
Siempre me causaba rechazo, pero en esa ocasión se convirtió en la misma voz
del Señor Jesús que venía a rescatarme.
Al llegar el
lunes 10 de agosto de 1983, viví cierta ansiedad porque llegara la hora,
sentía una curiosidad especial por conocer el grupo, sentía una intuición
como un encuentro con alguien muy deseado.
Cuando llegamos, al templo de la santa Cruz nos
invitaron a que pasáramos adentro de la capillita que se llama la santa
Escala. Al fondo está el altar y sobre él un crucifijo, debajo del cual
estaba el padre franciscano fray Anacleto Vázquez reflejando un paz que
contagiaba.
El padre casi no se fijó en mí, siguió dando su
plática. Empezaron a cantar y aplaudir, lo que me pareció ridículo y me
avergoncé de estar en aquel lugar.
Antes de la Misa se me acercaron varias personas y
me preguntaron si estaba dispuesto a que oraran por mí. Les contesté que sí.
Finalmente terminó la Misa y el sacerdote se dirigió a la sacristía. Sentí un
poco de desilusión al darme cuenta que él no iba orar por mí. Me indicaron
que pasara hacia delante para hincarme en el comulgatorio.
Eran como siete los que me impusieron las manos. Me
sentí avergonzado y agobiado por el peso de sus manos, además de confundido
por su manera de orar casi a gritos.
Tuve el impulso de acompañarlos con un Padre
Nuestro, pero no me acordaba ni como empezaba. Sentí un temor muy extraño y
un escalofrío que recorrió toda mi espalda. Con más ansiedad que fe, quise
orar un Ave María, pero tampoco me acordé como empezaba. Me sentí desamparado
pues ni de la oración podía agarrarme.
En eso estaba
cuando empezaron a orar por mí con más intensidad, como arrobados por una
fe común. Experimenté un calor en todo mi
cuerpo y experimenté un impulso que me nacía de las entrañas. Era un impulso
como de arrojar algo fuera. Como una fuerza que quería salir.
De pronto exclamé con fuerza, a tal grado que mi voz
se hizo grave imperativa: ¡retírate de mí Satanás!
Inmediatamente
me vino un torrente de lágrimas, lágrimas que duraron fluyendo
abundantemente, por espacio de una media hora. Durante todo ese tiempo de
oración viví un profundo dolor. Sin embargo, siento que en ese llanto salió
toda mi tristeza.
El Señor Jesús me fue consolando muy suave y
dulcemente y llegó un momento que fue el definitivo. Me había dejado
encontrar por Él. Ahí tuve mi primera experiencia del consuelo de Dios. Ahí
se había realizado el encuentro.
Es tal su presencia amorosa que quebrantó todos mis
orgullos y autosuficiencias y me despertó la fe la confianza y el amor.
Continuaba ahí hincado y los hermanos seguían orando
por mí, cuando sentí otra fuerza que quería hablar y de la cual brotó la
respuesta del la creatura al Creador: ¡Señor, ensáñame a quererte!
Estas fueron
las palabras que mi corazón pudo decirle a aquél que ya me estaba amando, en ese momento se produjo
la apertura para que su gracia entrara como luz de un rayo que penetra y
rasga la oscuridad, pues eso había en mi vida: tinieblas.
La oración fue bajando de densidad y de tono y la
terminaron con un Ave María. Me ayudaron a levantarme pues mis piernas
estaban engarrotadas, me dijeron algunas palabras de despedida y me retiré a
mi casa.
Salí del templo llevando dentro de mí un calor
intenso, sin percatarme del clima que había.
Algo había sucedido esa noche, iba yo absorto,
podría decir que iba dentro de mí. Me recuerdo en la sala de mi casa, sentado
con mi mujer que me preguntaba qué había sucedido. Le platiqué un poco, sólo
le comenté la forma tan llena de fe como oraba esa gente.
Nos fuimos a acostar, tardé bastante en conciliar el
sueño; me resonaban las oraciones y unas palabras que se repetían en mí como
un eco: ¡Sánalo, Señor!, lo mismo que el canto de las
Cien ovejas. Esa noche ya no bebí.
|
3. PASOS PARA LLEGAR A SER DISCÍPULO.
Consideremos
ahora detenidamente los tres momentos que están en el cimiento de todo
itinerario de vida espiritual cristiana y que son su punto de inicio.
1. Recibo el don de un encuentro personal con Cristo.
2. Hago mi opción
fundamental por Cristo.
3. Me
convierto en discípulo de Cristo.
|
Son
momentos diversos;
-
Primero es el encuentro y
posteriormente la opción por Cristo.
-
Una cosa es encontrar a Cristo y
otra optar por él.
-
Mi opción fundamental por Cristo,
que implique a toda mi persona, depende del encuentro que yo haya tenido con Él
-
Solamente después de haber optado
por Cristo puedo ser su discípulo.
Saulo,
el perseguidor de los cristianos, nos narra claramente cómo los experimentó.
3.1.
EL ENCUENTRO PERSONAL CON CRISTO DE
SAULO
Es cierto que yo también me creí en
el deber de combatir con todas mis energías la causa de Jesús de
Nazaret. Y, efectivamente, así lo hice
en Jerusalén. Yo encarcelé a muchos de sus discípulos en virtud de la
autoridad que recibí de los jefes de los sacerdotes y, cuando se les quitaba
la vida, daba mi aprobación… Así las cosas, me dirigía hacia Damasco con
poder y autorización de los jefes de los sacerdotes, cuando al medio día vi
en el camino, oh rey, una luz venida
del cielo más brillante que la del sol, que me envolvió a mí y a los que iban
conmigo. Caímos todos por tierra, y oí
una voz que me decía en arameo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Es
inútil que te rebeles contra mí”. Yo
pregunté: “¿Quién eres, Señor?”. Y el Señor respondió: “Yo soy Jesús, a quien
tú persigues. Levántate y ponte de
pie. Me he aparecido a ti, para
hacerte mi servidor y para que des testimonio de que me has visto, y de lo
que todavía tengo que mostrarte”. Hch. 26,9-10; 12-16.
|
En
esta declaración de Pablo ante el Rey Agripa se enlistan las características de
todo encuentro
personal con Cristo, vamos a aplicarlas a nosotros:
¨
es Jesús vivo, resucitado, quien
me sale personalmente al encuentro
¨
es
una experiencia vital, la experimento con mi ser que vibra
ante la experiencia de Dios, experimentando una vida nueva
¨
se da en lugar, en un sitio y
momento determinado de mi historia
¨
no lo experimento con mi cerebro,
sino más bien con mi ser que se siente profundamente tocado y capacitado para
desplegar nuevas potencialidades
¨
mi sensibilidad vibra ante la experiencia de Dios y que queda
con una gran paz interior
¨
lo puedo vivir incluso a nivel
corporal como Pablo, pues vio una luz, quedó ciego y estuvo días sin probar
bocado
¨
se me despierta una necesidad, un
hambre de conocer al Señor Jesús.
¨
deja huella indeleble en mi
persona; de hecho, Pablo lo narra años después de haberlo vivido
Todas
estas características las sintetiza S.S. Juan Pablo II en la frase: un encuentro con Cristo de ojos abiertos y
corazón palpitante. Imagen
Al leer estos rasgos que son característicos de todo
encuentro personal con Cristo, es conveniente que yo certifique si ya he tenido
esta experiencia o si mi conocimiento de Cristo se circunscribe a conceptos
cerebrales sobre su persona.
Esto es decisivo, pues es en el seno de esta experiencia
de la persona de Cristo donde se gesta y se da a luz mi opción fundamental por
Cristo; sólo al sentirme suave y fuertemente atraído hacia su persona
puedo optar por él para ser su discípulo misionero. Veamos cómo lo expresa S. Pablo.
3.2.
OPCIÓN FUNDAMENTAL POR CRISTO DE SAN PABLO.
Pero lo que entonces consideraba una ganancia, ahora lo
considero pérdida por amor a Cristo.
Más aún, pienso incluso que nada vale la pena si se compara con el
conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él he sacrificado todas las cosas, y todo lo tengo por estiércol
con tal de ganar a Cristo y vivir unido a él con una salvación que no procede
de la ley, sino de la fe en Cristo; quiero así tomar conciencia de su
persona, de la potencia de su resurrección y de la solidaridad con sus sufrimientos… Filipenses. 3, 7-11
|
En estas líneas,
llenas de intimidad, de su carta a los cristianos de la comunidad de Filipos,
Pablo elenca las características de toda opción fundamental por Cristo.
¨
La llevo a cabo con mi
inteligencia o “yo cerebral”: San Pablo lo expresa con el verbo “considero…”
¨
Se llama opción fundamental porque
opto entre dos posibilidades; la persona de Cristo y otras realidades que se
oponen a él. Pablo lo expresa al firmar: “pero fijándome en Cristo todas
esas ganancias me parecieron pérdidas”
¨
Mi inteligencia o “yo cerebral”
realiza este proceso:
Con mi inteligencia: analizo, comprendo y reflexiono mi
experiencia con Cristo y su vida nueva que experimento; así como analizo las otras
opciones opuestas a él.
Con mi libertad: me
decido a dar mi adhesión a la persona de Cristo. Decido aceptarlo como mi
Salvador y Señor y acepto que su
persona y sus enseñanzas sean el eje central del
crecimiento de mi persona. Descarto, como posibilidades para mí, aquellas
realidades que se opongan a su persona y enseñanzas: “Por él perdí todo aquello
y lo tengo por
estiércol con tal de ganar a Cristo…”
Con mi voluntad: movilizo todas mis energías para alcanzar y
realizar la decisión de mi libertad de adherirme radicalmente a Cristo. Pablo lo expresa cuando escribe decidido:
“Quiero así tomar conciencia de su persona, de la potencia de su resurrección y
de la solidaridad con sus sufrimientos…”
En esta opción involucro también mi ser y su crecimiento, mi
sensibilidad, mi cuerpo y mi relación con los demás. Mi opción por Cristo la
hago en un momento determinado de mi vida pero la renuevo cada día a lo largo
de los años para que conserve su fragancia. En efecto, Pablo escribe sobre ella
con gran frescura, aunque hayan pasado décadas de haberla hecho.
Después de leer
estos rasgos que son característicos de toda opción personal por Cristo, me es
conveniente certificar si ya la hice y si la mantengo firme y fresca hasta hoy
día. Puedo también certificar que aún no
la he hecho y que necesito hacerla o bien, reafirmarla.
3.3. LA
TRANSFORMACIÓN DE SAULO EN DISCÍPULO MISIONERO DE CRISTO
Cuando llegó a Jerusalén, intentaba unirse a los
discípulos, pero todos le tenían miedo, pues no creían que fuera realmente un
discípulo. Entonces Bernabé tomó
consigo a Saulo y lo presentó a los apóstoles. Les contó cómo en el camino Saulo había
visto al Señor que le había hablado, y con qué convencimiento había predicado
en Damasco el nombre de Jesús. Desde
entonces iba y venía libremente con los apóstoles en Jerusalén, predicando
con valentía el nombre del Señor.
Hablaba y discutía también con los judíos de procedencia helenista,
pero éstos decidieron matarlo.
Hechos 9, 26-29.
|
Al encontrarme
con Jesús su amor me cautiva, siento una
atracción hacia Él, y me transforma en seguidor, en su discípulo misionero, tal como Pablo que se integró a la comunidad de
los demás discípulos e inmediatamente empezó a predicar el nombre del Señor.
¨
Busco integrarme en comunidad
con otros discípulos del Señor Jesús.
¨
Un discípulo más crecido, Bernabé
en el caso de Saulo, me acompaña en mi crecimiento personal e integración
comunitaria.
¨
Siento un impulso interior a
compartir con otros mi experiencia, es decir, me convierto en misionero y doy
testimonio, dando mi tiempo, en algún servicio o ministerio dentro de mi
parroquia o movimiento.
Aquí APARECIDA 278 nos enseña que el encuentro con Cristo, el ser discípulo misionero son
simultáneos: La misión es
inseparable del discipulado, por lo cual no debe entenderse como una etapa
posterior a la formación…
- EL PECADO DESTRUYE O DEBILITA MI OPCIÓN
POR JESUCRISTO.
En
este contexto podemos entender lo que llamamos pecado mortal y pecado venial y
sus efectos destructores sobre nuestra relación personal
con Cristo y con la comunidad de discípulos.
Pecado mortal
-
Me decido conscientemente por
realidades contrarias a la persona de Cristo y a su enseñanza.
-
Desdigo y destruyo mi opción
personal por él.
-
Decido unilateralmente, desde mi
egoísmo.
-
Decido independientemente de la
voluntad de Dios, decido aún en contra de la voluntad de Dios.
-
Me alejo interior y/o
exteriormente de la comunidad de discípulos.
-
Por lo tanto, hago mi opción
fundamental contraria a Cristo Jesús y dejo su discipulado y misión.
Pecado venial
-
Me decido por realidades que
cuestionan, debilitan o contradicen mi opción por la persona y enseñanzas de
Cristo.
-
Debilito mi opción por la persona
de Cristo.
-
Su repetición me predispone a
hacer una opción contraria a Cristo.
-
Entibia mi vinculación con la
comunidad de los discípulos.
San Ignacio de Antioquia mártir del siglo II nos descubre su opción fundamental por Cristo
descartando sea el pecado mortal sea el venial:“No he
llegado todavía a la perfección en Jesucristo. Ahora en efecto, estoy empezando
a ser discípulo suyo, y a vosotros si os hablo como a mis condiscípulos.
Perdonadme, yo sé
lo que me conviene, ahora empiezo a ser discípulo. Que ninguna cosa visible ni
invisible, se me oponga a que yo alcance a Jesucristo. Fuego y cruz, y manadas
de fieras, quebrantamiento de mis huesos, desconyuntamiento de miembros,
trituraciones de todos mi cuerpo, tormentos atroces del diablo vengan sobre mí
a condición sólo que yo alcance a Jesucristo. De nada me aprovecharán los
confines del mundo ni los reinos todos de este siglo. Para mí mejor es morir en
Jesucristo que ser rey de los confines de la tierra.” Carta a los Esmirniotas
5. ¿QUÉ PASA SI INTENTO LLEVAR UN ITINERARIO
ESPIRITUAL SIN HABER TENIDO UN ENCUENTRO PERSONAL CON CRISTO Y SIN HABER HECHO
UNA OPCIÓN FUNDAMENTAL POR ÉL?
Me pasará como un
edificio que carece de cimientos o que los tiene poco profundos: no podré
crecer sólidamente hacia las alturas y puedo sufrir un derrumbamiento de toda
mi identidad. Sin embargo, para la
mayoría de cristianos, esta falta de sólidos cimientos se manifiesta en un
estancamiento en su itinerario espiritual: pues ni avanzan ni retroceden sino que
se pudren en una tibieza espiritual que
les frustra y desanima y que no es grata a Dios. Otros además dan graves
escándalos y antitestimonios que quebrantan la fe de otros cristianos y dan pie
a críticas a la comunidad eclesial.
6. EL ESPÍRITU
SANTO Y MI ENCUENTRO CON CRISTO.
He
aquí lo que me dice el catecismo católico en el número 796, sobre la acción de la
tercera persona de la santísima Trinidad en mí:
-
El Espíritu Santo me
prepara y me previene con su gracia, para atraerme hacia Cristo.
-
Me manifiesta al Señor
resucitado, me recuerda su palabra y abre mi mente para entender su Muerte y
Resurrección.
-
Me hace presente el Misterio
de Cristo, sobre
todo en la Eucaristía
para reconciliarme, para
conducirme a la
Comunión con Dios,
para que de “mucho fruto”. Juan 15,5-8-16.
Nadie puede decir: “Jesús es
el Señor, si no está movido por el Espíritu Santo. 1Corintios 12,3.
|
4.
ENMARQUE COMUNITARIO:
“Hemos
encontrado al Mesías”, le anuncia Andrés a Natanael. El camino normal para mi
encuentro personal con Cristo es el testimonio que me da de su propio encuentro
alguno de los miembros de la comunidad de discípulos, de la comunidad
cristiana. Cuando Natanael oye de boca
de Andrés que él y otros galileos han encontrado al Mesías, responde con
palabras escépticas pero termina él mismo encontrando personalmente a Jesús y
haciendo una opción por él hasta convertirse en discípulo: san Bartolomé.
Jesús
mismo formó una comunidad de discípulos, y cada discípulo se sabía miembro de
esa comunidad; y como tal, los fue forjando hasta su Ascensión. Las mismas leyes siguen rigiendo para todos
los que entramos en un seguimiento de Cristo: pertenecer a, y vivir en una
comunidad de discípulos.
5. DIMENSIÓN MARIANA.
En
mi encuentro personal con Cristo, la santa madre juega un rol crucial que el
Papa Pío XII describió con su afirmación: “María nos regala un conocimiento
vital con Cristo”. Es por intercesión de
ella que el conocimiento meramente intelectual de Cristo, se transforma en una
experiencia de Cristo, llegando a tener así un conocimiento vital y
experiencial de él.
6.
ESCRIBO Y COMPARTO:
1.
Comparto si he tenido un encuentro personal con Cristo, o si apenas lo estoy
buscando. 2. Comparto cómo está mi opción por Cristo. 3. Comparto si mi opción
fundamental por él, está en la etapa de luchar contra el pecado mortal o contra
el pecado venial. 4. Anoto tres frases de San Pablo que me hayan llamado la
atención.
Tus amores son un vino
exquisito
suave es el olor de tus
perfumes,
tu nombre es aroma que se
expande.
Cantar de los Cantares 1,2-3.
Revisado